Nuestro lenguaje determina la manera de abordar la vida y lleva implícito un tipo de acción o inacción. En 1978, Matlin y Stang definieron el “Principio Pollyanna”, basado en la hipótesis del mismo nombre planteada en 1969 por Boucher y Osgood, que afirma que las personas tenemos una tendencia a utilizar en nuestro lenguaje un mayor número y variedad de palabras positivas que negativas. El nombre se inspira en la novela Pollyanna, de Eleanor H. Porter, publicada en el año 1913, que cuenta la historia de una niña huérfana de padre y madre que es enviada a vivir con su estricta tía. La niña, educada con optimismo por su padre, juega a encontrar el lado bueno de cualquier situación para alegrar la vida de todos los que la rodean. El término pasó rápidamente al diccionario inglés para definir a aquella persona que hace gala de un optimismo exagerado. Tendemos a buscar el lado positivo de la vida y también lo hacemos al seleccionar nuestros recuerdos. Los diccionarios suelen contener un may...